Un estudio de la Universidad de Zaragoza
con 429 profesionales determina las estrategias que usan los afectados para
afrontar el estrés laboral crónico La sobrecarga se asocia al desahogo
emocional, la ausencia de retos, a la distracción, y el desgaste, al abandono
de responsabilidades, según recoge la revista PLoS ONE La crisis económica es
un caldo de cultivo propicio para los casos de empleados con sensación de
agotamiento, cinismo e ineficacia
(Zaragoza,
jueves, 27 de marzo de 2014). Un estudio de la Universidad de Zaragoza podría
facilitar el reconocimiento de quienes padecen el síndrome del profesional
“quemado” o burn-out, tras identificar las
estrategias que usan los afectados para afrontar el estrés asociado a
los tres perfiles de esta afección:frenéticos, sin desafíos y desgastados. La
revista científica Plos ONE recoge los resultados del análisis
de las encuestas que se han realizado a 429 profesionales acerca de sus
experiencias de estrés en el trabajo y de cómo se enfrentan a ellas
habitualmente.
Los investigadores de la Universidad de
Zaragoza, Jesús Montero-Marín, de la Facultad de Ciencias
de la Salud y del Deporte del campus de Huesca, y Javier
García-Campayo, del Departamento de Medicina, Psiquiatría y
Dermatología, han dirigido esta investigación que facilita el diagnóstico
del síndrome de burn-out. Últimamente, tras años de despidos,
recortes presupuestarios y mayores demandas sobre los trabajadores que se
quedan, los lugares de trabajo se han convertido en un importante caldo de
cultivo de esta afección, cuya presencia va en aumento.
Este trastorno suele verse acompañado
de sentimientos de agotamiento, cinismo e ineficacia en el trabajo.
Aquellos empleados, una vez ambiciosos y llenos de energía, se muestran menos
dispuestos y desarrollan un trabajo de menor calidad. Los investigadores Jesús
Montero-Marín y Javier García-Campayo han logrado definir cómo responde
el afectado a este síndrome a partir de los tres tipos deburn-out: “frenético”,
que presenta sentimientos de sobrecarga debido a las exigencias o compromisos
de su trabajo; “sin-desafíos”, que tiene la sensación de falta de
desarrollo personal en su puesto de trabajo y“desgastado”, que se
comporta de manera negligente y se da por vencido ante cualquier dificultad.
En concreto, en la encuesta a los
profesionales afectados se les pidió que identificaran lo que hacían
para hacer frente a su malestar en el trabajo, con opciones como la
búsqueda de ‘apoyo social’, ‘negación del problema’, ‘desahogo emocional’,
‘reinterpretación positiva’, ‘uso de sustancias’, etc. Los investigadores
encontraron un patrón entre los diferentes tipos de burn-out y
las estrategias de afrontamiento utilizadas por los trabajadores.
En los resultados se comprobó que los
“frenéticos” intentan superar su malestar mediante el ‘desahogo
emociona’, así como con intentos por‘resolver el problema’, lo que
podría explicar por qué las personas que sufren este tipo de burn-out, a
menudo, continúan siendo bastante productivas. Curiosamente, la ‘religión’ también
se relacionó con este perfil.
La estrategia de afrontamiento puesta en
marcha por el perfil “desgastado” fue la denominada ‘desconexión
conductual’, lo que hace que este tipo de trabajadores descuiden o abandonen
las responsabilidades de su puesto de trabajo, cuando tienen que
enfrentarse a algún problema o dificultad.
Por último, los trabajadores “sin
desafíos” suelen utilizar tanto la estrategia de ‘desahogo emocional’ como la
de ‘desconexión conductual’, por lo que este perfil podría ocupar una posición
intermedia entre los dos extremos anteriores. No obstante, la estrategia más
común utilizada por este tipo de burn-out fue la ‘evitación
cognitiva’, es decir, el distanciamiento o distracción.
Los resultados de este trabajo representan
un punto de partida para reconocer a quienes verdaderamente padecen el
síndrome, tratando de identificar qué tipo de sentimientos les acompañan, así
como la forma mediante la cual tratan de hacer frente a su situación, lo que,
sin duda, redundará en el desarrollo de intervenciones preventivas y de
tratamiento sobre los afectados.
En la fotografía, el investigador Jesús
Montero-Marín.
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